El comportamiento urbano sostenible implica que cada persona asuma una responsabilidad activa en su entorno: optar por medios de transporte menos contaminantes, reciclar, consumir localmente, utilizar de manera racional los recursos energéticos y hídricos, así como participar en la gestión y cuidado de los espacios públicos.
En las últimas décadas, las ciudades han experimentado un crecimiento acelerado y continuo, convirtiéndose en centros neurálgicos de actividad social, económica y cultural. Sin embargo, este desarrollo urbano ha generado desafíos importantes: contaminación, congestión, desigualdad y agotamiento de recursos naturales, entre otros.
Frente a estos retos, el concepto de sostenibilidad urbana ha tomado relevancia como una necesidad ineludible para asegurar ciudades habitables para las actuales y futuras generaciones. Pero más allá de las políticas y la planificación urbana, existe un elemento clave que muchas veces pasa desapercibido: el comportamiento urbano sostenible de sus habitantes.
Nuevo marco de Comportamiento Urbano Sostenible (CUS)
El Comportamiento Urbano Sostenible CUS representa un cambio fundamental: pasar de ver el cambio de comportamiento como una responsabilidad individual a entenderlo como un desafío de sistemas.
Surgido de trabajos interdisciplinarios recientes, el marco se basa en la economía del comportamiento, la psicología ambiental y el pensamiento sistémico para articular lo que podría llamarse el principio del comportamiento. Este principio reconoce que las decisiones sostenibles deberían surgir de forma orgánica a partir de entornos urbanos bien diseñados, en lugar de depender de la fuerza de voluntad individual o de la obligación moral.
En vez de apoyarse en llamamientos morales o en el cumplimiento normativo, el Comportamiento Urbano Sostenible CUS trabaja con los patrones naturales de toma de decisiones de las personas.
El marco se basa en una premisa simple pero poderosa: cuando las ciudades diseñan entornos donde las decisiones sostenibles se convierten en las opciones más fáciles, más convenientes y más socialmente recompensadas, las personas se inclinan de forma natural hacia ellas sin sentir que están haciendo sacrificios. Promoviendo el Comportamiento urbano sostenible.
El principio del comportamiento reconoce que los seres humanos son avaros cognitivos que buscan el camino de menor resistencia en sus rutinas diarias.
En lugar de combatir esta tendencia, el Comportamiento Urbano Sostenible CUS la aprovecha haciendo que los comportamientos sostenibles sean la opción predeterminada en los sistemas urbanos. Cuando se implementa de manera eficaz, las personas no sienten que están siendo más sostenibles: simplemente viven su vida en espacios diseñados para favorecer mejores elecciones.
Este enfoque aborda la desconexión fundamental entre las intenciones de las políticas y las acciones comunitarias, centrándose en los factores ambientales y sociales que moldean la toma de decisiones a nivel de barrio.
El CUS reconoce que el cambio de comportamiento duradero ocurre cuando las comunidades tienen la capacidad, los recursos y la motivación para mantener nuevas prácticas a lo largo del tiempo.
BiodiverCities: donde el CUS se encuentra con la naturaleza
La iniciativa BiodiverCities para 2030 del Foro Económico Mundial visualiza áreas urbanas diseñadas para funcionar como ecosistemas regenerativos, donde la biodiversidad y el bienestar humano se refuerzan mutuamente.
Esta visión ambiciosa —que implica más que añadir espacios verdes a las ciudades— requiere la base conductual que proporciona el CUS. El marco del CUS hace que esta visión sea alcanzable al garantizar que los residentes se conviertan en administradores activos en lugar de beneficiarios pasivos de la naturaleza urbana.
El principio del comportamiento se vuelve especialmente relevante en las BiodiverCities porque reconoce que la relación de las personas con la naturaleza urbana se forma a través de interacciones y experiencias diarias.
Cuando las ciudades diseñan espacios que hacen que el contacto con la naturaleza sea conveniente, agradable y socialmente significativo, los residentes desarrollan de manera natural comportamientos más sólidos de gestión ambiental.
Este desarrollo orgánico de actitudes proambientales resulta más sostenible que los enfoques que dependen únicamente de la educación o la regulación. Las BiodiverCities exitosas requieren una participación comunitaria constante en la gestión de los ecosistemas, desde la agricultura urbana y la restauración de hábitats hasta la reducción de residuos y la conservación de energía.
El CUS respalda directamente la iniciativa Ciudades Positivas para la Naturaleza del Foro Económico Mundial al proporcionar la base conductual necesaria para la restauración ecológica a gran escala.
El marco se alinea con el énfasis del Centro para la Transformación Urbana en soluciones impulsadas por la comunidad, al mismo tiempo que apoya los objetivos de ciudades inteligentes de despliegue ético de tecnología y gobernanza transparente.
Esta alineación se vuelve crítica a medida que las ciudades de todo el mundo implementan los objetivos urbanos del Marco Global de Biodiversidad, que requieren aumentos significativos en la cobertura de espacios verdes y mejoras medibles en la biodiversidad para 2030. Lograr estos objetivos demanda más que cambios en las políticas; requiere un cambio conductual sistemático que transforme la manera en que los residentes urbanos interactúan con la naturaleza a diario.
El marco también aborda el llamado de la Nueva Agenda Urbana de ONU-Hábitat para un desarrollo urbano inclusivo y participativo, asegurando que la transición hacia la sostenibilidad fortalezca, en lugar de desplazar, a las comunidades existentes.
El CUS ofrece un camino probado hacia la transformación que trabaja con la naturaleza humana en lugar de en su contra.
A medida que las ciudades compiten por atraer talento, inversión y reconocimiento internacional, aquellas que adopten estrategias centradas en la comunidad y lideradas por el comportamiento estarán mejor posicionadas para ofrecer la habitabilidad, la resiliencia y la prosperidad que definen el éxito urbano del siglo XXI.
La sostenibilidad urbana no solo depende de la infraestructura
La sostenibilidad urbana ya no se trata solo de infraestructura, sino de comportamiento. Las ciudades que incorporen conocimientos conductuales en la vida cotidiana no solo alcanzarán objetivos ambientales, sino que también fomentarán futuros más habitables, resilientes e inclusivos.
El momento de liderar esa transformación es ahora. Las decisiones que tomamos en cada momento —ya sea caminar o conducir, consumir o conservar, involucrarse o ignorar— determinan colectivamente si nuestras ciudades se convierten en ecosistemas regenerativos o continúan degradando el planeta.
Es común pensar que la transformación hacia ciudades sostenibles está principalmente en manos de los gobiernos y urbanistas, quienes diseñan sistemas de transporte público eficientes, espacios verdes o edificaciones ecoeficientes. Sin embargo, estas acciones por sí solas no garantizan el éxito de la sostenibilidad urbana si los ciudadanos no adoptan un comportamiento acorde a estos principios.
La infraestructura por sí sola no garantiza resultados sostenibles. Las ciudades de todo el mundo han aprendido esta lección una y otra vez: hermosas ciclovías que permanecen vacías, edificios energéticamente eficientes con altas tasas de consumo, programas de reciclaje con baja participación. El elemento que falta no es una mejor tecnología, sino una atención sistemática a cómo las personas realmente toman decisiones en su vida cotidiana.
El desafío se intensifica si se considera que para 2050 el 68% de la población mundial vivirá en ciudades, y que la mayor parte del crecimiento ocurrirá en regiones donde los enfoques tradicionales basados en grandes inversiones en infraestructura pueden ser financieramente inviables.
Las ciudades necesitan soluciones escalables y orientadas a la comunidad que trabajen con la psicología humana en lugar de ir en su contra.
Investigaciones recientes revelan que el 44% del PIB global ($31 billones USD) generado en las ciudades está en riesgo debido a la pérdida de naturaleza, lo que convierte a la dimensión conductual de la sostenibilidad urbana no solo en un imperativo ambiental, sino en una necesidad económica.
Evidencia de las ciudades líderes
Enfoque integrado de Ámsterdam
El logro de la capital holandesa de una alta participación en el uso de la bicicleta entre sus residentes demuestra el poder de los enfoques conductuales sistemáticos y a largo plazo. La ciudad no solo construyó ciclovías; invirtió décadas en el desarrollo coordinado de infraestructura, la integración de políticas y esfuerzos de cambio cultural que abordaron múltiples barreras para la adopción de la bicicleta de manera simultánea.
El enfoque integral incluyó medidas de calmado del tráfico, políticas de estacionamiento que desincentivan el uso del automóvil y campañas culturales que promueven el ciclismo entre distintos grupos demográficos.
Participación comunitaria en Singapur
La transformación de la ciudad-estado en una “Ciudad en un Jardín” implicó más que planificación desde arriba. Implementó programas integrales de participación comunitaria, incluyendo iniciativas de jardinería urbana y educación ambiental, que transformaron a los residentes de beneficiarios pasivos en administradores activos de la naturaleza urbana.
Esta dimensión conductual resultó crucial para mantener y ampliar las inversiones en infraestructura verde, a la vez que fortalecía la cohesión social en torno a los objetivos ambientales.
Innovación comunitaria en Medellín
La transformación de la segunda ciudad de Colombia, de ser una de las más violentas del mundo a un modelo de innovación urbana, demuestra el potencial de los enfoques centrados en la comunidad. Los programas integrales de desarrollo y comportamiento urbano de la ciudad lograron una reducción de más del 90 % en la violencia a nivel urbano, al mismo tiempo que transformaban áreas degradadas en espacios productivos.
El éxito dependió de reconocer y aprovechar los activos existentes de la comunidad en lugar de imponer soluciones externas, con el diseño de los programas surgido de extensos procesos de consulta comunitaria.
Comportamiento urbano que impulsa una transformación positiva
- Movilidad consciente: Preferir caminar, usar bicicleta o transporte público reduce la huella de carbono y disminuye la congestión vial. Incentivar estos hábitos contribuye a un aire más limpio y a entornos urbanos más seguros.
- Consumo responsable: Comprar productos locales, reducir el consumo de plásticos y gestionar adecuadamente los residuos disminuye la presión sobre los recursos naturales y evita problemas de contaminación.
- Participación ciudadana: La sostenibilidad también requiere que los ciudadanos estén informados, participen en decisiones urbanas y promuevan iniciativas comunitarias que fomenten la convivencia y el cuidado ambiental.
- Cuidado de los espacios públicos: Mantener limpios parques, no vandalizar mobiliario urbano y respetar las zonas verdes crea un ambiente agradable y saludable para todos.
El poder de la educación y el Comportamiento urbano
Para consolidar un comportamiento urbano sostenible es fundamental implementar programas educativos que promuevan la conciencia ambiental desde temprana edad y a nivel comunitario. Las campañas de sensibilización, talleres y eventos culturales pueden orientar a los habitantes para que comprendan la importancia de sus acciones individuales y colectivas.
Además, es vital fomentar un Comportamiento urbano donde el respeto, la colaboración y la responsabilidad sean valores centrales, capaces de transformar no solo las infraestructuras, sino también las dinámicas sociales dentro de las ciudades.
Comportamiento urbano y Sostenibilidad
Las decisiones que tomamos cada día, en cada minuto, tienen un impacto en nuestro entorno. Es nuestra elección si ese impacto es positivo o negativo. Sin embargo, la mayoría de las estrategias de sostenibilidad urbana tratan el comportamiento urbano humano como una idea secundaria y no como la base de la transformación.
Aquí es donde el nuevo marco de Comportamiento Urbano Sostenible (CUS), desarrollado a partir de trabajos recientes que integran la ciencia del comportamiento con la sostenibilidad urbana —incluida la investigación de esta autora—, resulta especialmente pertinente.
Conclusión Comportamiento urbano y Sostenibilidad
El verdadero motor de una transformación urbana positiva y sostenible son las personas y sus comportamientos diarios. Sin la adopción consciente de prácticas sostenibles por parte de los ciudadanos, las mejores infraestructuras y políticas pueden quedar incompletas o subutilizadas.
Por eso, el comportamiento urbano sostenible es la pieza faltante y, a la vez, el ingrediente esencial para que nuestras ciudades sean más habitables, resilientes y justas. La invitación está hecha: construir un futuro urbano sostenible comienza con nuestras acciones presentes.
Comportamiento urbano
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