Son los recipientes de plástico causantes de enfermedades prevenibles. Las personas que casi nunca consumen alimentos en envases plásticos obtienen un puntaje promedio alto en bienestar mental (MHQ de 90.4 puntos).
El Global Mind Project, con datos de más de 270,000 personas en 130 países, revela una asociación entre el consumo frecuente de alimentos o bebidas en recipientes de plástico y un menor bienestar mental. En México, las cifras confirman la tendencia.
Sin embargo, quienes consumen alimentos en plástico varias veces por semana tienen un promedio reducido a 75.1 puntos, y en quienes lo hacen diariamente, el puntaje desciende dramáticamente a 60.2 puntos. Esto confirma que el consumo frecuente, incluso con dietas saludables, se asocia con una caída significativa en el bienestar mental, sugiriendo que el uso del plástico puede tener un efecto independiente y perjudicial en la salud psicológica.
Calentar alimentos en recipientes plásticos en el microondas puede ser peligroso para la salud principalmente porque el calor puede hacer que ciertos plásticos liberen sustancias químicas nocivas que se transfieren a la comida. Estas sustancias incluyen ftalatos, bisfenoles (como el BPA) y otros compuestos con actividad estrogénica que pueden alterar el equilibrio hormonal y afectar la salud celular. Además, algunos plásticos no diseñados para microondas pueden ablandarse o deformarse, aumentando la liberación de estos químicos.
El uso de recipientes no aptos para microondas, como plásticos desechables, envases de espuma o recipientes con código de reciclaje #3 (PVC), #6 (poliestireno) o #7 (otros), incrementa este riesgo. Por ello, se recomienda siempre utilizar recipientes etiquetados específicamente como aptos para microondas, preferiblemente de vidrio, cerámica o plástico sin BPA.
El calentamiento inadecuado no solo puede liberar químicos nocivos, sino también generar zonas con calentamiento desigual que podrían favorecer la proliferación de bacterias en los alimentos, lo cual también representa un riesgo para la salud. Así, evitar calentar alimentos en recipientes plásticos no aptos es una práctica clave para reducir la exposición a sustancias tóxicas y proteger la salud general.
Almacenar, calentar y consumir alimentos en recipientes de plástico está asociado con una peor salud mental en los mexicanos.
Consumir comida fría o caliente de recipientes plásticos está teniendo un impacto preocupante en el funcionamiento cerebral de las personas, y en México las cifras son evidentes.
Así lo revela el nuevo reporte del Global Mind Project, desarrollado por la organización de investigación Sapien Labs. El informe, donde se explora la posible relación entre el consumo de alimentos en envases plásticos y la salud mental, surge tras diversos hallazgos científicos recientes que detectaron microplásticos en el cerebro humano, lo que llevó a los investigadores a preguntarse qué efectos podrían tener sobre las funciones mentales y el bienestar emocional.
El estudio, titulado Rapid Report 2025: Plastics and Mind Health, analizó los datos de 273,735 personas de 130 países que participaron en la evaluación global del Mind Health Quotient (MHQ), un indicador que mide 47 aspectos de la salud mental y el bienestar psicológico.
Los resultados revelan que mientras más frecuente es el consumo de alimentos en recipientes de plástico, especialmente calientes, menor es el puntaje de salud mental.
Según el reporte, el deterioro mental se evidencia en quienes comen en recipientes de plástico con frecuencia, especialmente si son alimentos calientes. Incluso, afecta a personas que comen saludablemente. Es una tendencia general que contribuye a la disminución de aspectos como la capacidad cognitiva, la motivación, el equilibrio emocional, la conexión mente-cuerpo y las relaciones sociales.
Comer comida caliente en envases plásticos o recipientes de plástico también marca diferencia: cerca del 23% de quienes casi nunca lo hacen presenta síntomas de afectación en su salud mental, y el porcentaje asciende al 32% entre quienes lo hacen todos los días.
Los resultados del informe son una primera evidencia global de que el consumo frecuente de alimentos en recipientes plásticos, especialmente de comida caliente, se asocia con un deterioro progresivo de la salud mental. Y esta relación se mantiene aun con dietas saludables o libres de ultraprocesados, sugiriendo que el uso del plástico por sí mismo puede tener un papel independiente en el bienestar psicológico.
El impacto de los microplásticos no se limita a un tipo de síntoma o grupo específico, sino que afecta a todas las áreas del funcionamiento mental, desde la resiliencia y la capacidad de adaptación hasta la motivación, la claridad cognitiva y el estado de ánimo.
Vale la pena aclarar que el efecto del plástico sigue siendo difuso y generalizado, lo que para los investigadores apunta a un mecanismo aún desconocido, posiblemente ligado a la presencia directa de microplásticos en el cerebro y su interferencia con los procesos celulares.
Alrededor de la mitad de la población mundial moderna consume alimentos calientes en recipientes de plástico cada semana, una frecuencia suficiente para generar una preocupación real sobre su impacto en la salud mental.
Aunque aún se requiere más investigación para comprender plenamente cómo los microplásticos afectan al cerebro, estos hallazgos representan una razón más para reducir el consumo de alimentos y bebidas en envases plásticos.
Como recomendaciones básicas para prevenir estos daños, el informe sugiere evitar calentar comida en recipientes plásticos, reducir el uso de envases desechables y optar por materiales más seguros como el vidrio o el acero inoxidable.
Qué sustancias químicas pueden migrar del plástico al calentar alimentos en recipientes de plástico
Las sustancias químicas que pueden migrar del plástico al calentar alimentos incluyen principalmente bisfenoles (como bisfenol A o BPA, bisfenol S y bisfenol F) y ftalatos, las cuales son aditivos y plastificantes usados en la fabricación de plásticos.
Estos compuestos son conocidos disruptores endocrinos, es decir, pueden alterar el sistema hormonal del cuerpo. Además, miles de otros compuestos no regulados o incluso desconocidos pueden liberarse, ya que los plásticos contienen también colorantes, estabilizadores térmicos, suavizantes y residuos de fabricación.
El calor, especialmente al usar microondas, la presencia de grasas en los alimentos, la exposición a la luz ultravioleta y el tiempo de contacto facilitan la migración de estas sustancias hacia los alimentos.
Estos químicos pueden afectar el metabolismo celular, las funciones hormonales, y han sido asociados con problemas cardiovasculares, obesidad, diabetes, y alteraciones en la función neurológica y endocrina. Incluso algunos plásticos etiquetados como «libres de BPA» pueden liberar otros compuestos tóxicos similares, por lo que la seguridad no está completamente garantizada.
Se recomienda evitar calentar alimentos en recipientes plásticos, preferir envases de vidrio o cerámica, y reducir la exposición global a plásticos en contacto con alimentos para proteger la salud a largo plazo.