La interrelación entre la industria farmacéutica y alimentaria ha suscitado un creciente interés y preocupación en la sociedad contemporánea. Esta conexión se manifiesta en una serie de prácticas que priorizan el lucro sobre la salud pública, generando un ciclo vicioso que perpetúa enfermedades y dependencia de medicamentos.
Estrategias de Marketing y Productos Adictivos de la industria farmacéutica y alimentaria. Las empresas alimentarias han desarrollado productos diseñados para engañar a los consumidores, utilizando saborizantes artificiales y colores llamativos que capturan la atención del cerebro. Esto se traduce en una preferencia por alimentos ultra procesados, a menudo más atractivos que opciones naturales como frutas y verduras. Este fenómeno ha llevado a un aumento alarmante en enfermedades crónicas, tales como la obesidad y la diabetes, que eran poco comunes hace unas décadas.
Además, la industria farmacéutica se beneficia de esta situación al ofrecer medicamentos que solo mitigan los síntomas de estas enfermedades, sin abordar sus causas subyacentes. Esto crea una dependencia en los consumidores, quienes son mantenidos en un estado de salud precario mientras continúan consumiendo productos dañinos.
‘Que tu alimento sea tu medicina, y tu medicina tu alimento’ Sé Responsable
El sentido común nos indica que nadie preferiría un producto artificial (aditivos, grasas trans, mucho azúcar… ) a uno natural (como una manzana), lo que obliga a las empresas de alimentación a diseñar productos que engañen nuestro cerebro (con saborizantes artificiales, colores llamativos…) y a invertir mucho dinero en campañas de marketing para hacernos creer que sus productos son saludables y ‘cool’. ¿Cuándo fue la última vez que viste un anuncio en TV de una manzana?
Y nadie sabe más sobre cómo crear productos adictivos y campañas de marketing para venderlos que las empresas de tabaco. Por ese motivo Philip Morris (la principal tabaquera mundial) lleva 2 décadas comprando grandes empresas de alimentación (Kraft, Miller, Taco Bell, General Foods, Philadelphia, Toblerone, Oscar Meyer y muchas otras), aplicando a la industria alimentaria los mismos principios que tan bien le han funcionado vendiendo tabaco.Y uno de estos principios es ‘cuanto más joven mejor’. Si consiguen ‘enganchar’ a u niño de 12 años para que empiece a fumar o a tomar sus productos de alimentación adictivos, tienen un cliente de por vida.
Pero por supuesto el problema no es únicamente Philip Morris, casi todas las empresas de alimentación, incluyendo las de bebidas como Coca-Cola, siguen esta misma estrategia. ¿Por qué Coca-Cola es la marca más reconocida del mundo? Porque necesitas miles de millones en publicidad para que la gente se vuelva loca por beber agua con azúcar (y algunos aditivos).
Como era de esperar, la dieta antinatural que impulsan estas compañías ha generado graves problemas de salud en la población, haciendo que sean comunes enfermedades que hasta hace unas décadas eran poco frecuentes.
La industria farmacéutica genera medicamentos que atacan los síntomas de las enfermedades, no la causa. Te mantienen vivo para que sigas consumiendo los productos dañinos de la industria alimentaria. Y por supuesto también gastan millones de dólares en publicidad (mucho más de lo que gastan en investigación) para convencerte de que debes tomar sus pastillas.
Sólo una revolución saludable puede reducir los clientes (enfermos) de la industria farmacéutica y alimentaria
Ante el aumento de enfermedades prevenibles y ocasionados por la modernidad, surge la necesidad de una revolución alimentaria. Para contrarrestar los efectos nocivos de estas industrias, es crucial adoptar hábitos de consumo más saludables, como:
- Dejar de comprar y consumir alimentos procesados e industrializados
- Comer más frutas, verduras y granos ancestrales (naturales y sin conservadores)
- No comprar productos engañosos que prometen ser bajos en calorías, sin azúcar, dietéticos o solo para la mujer
- No consumir endulzantes artificiales ni harinas refinadas
En resumen, la perfecta simbiosis entre la industria alimentaria (generando enfermedades) y la industria farmacéutica (generando medicamentos que mitigan los síntomas de esas enfermedades) permite que tanto unos como otros se enriquezcan a tu costa, manteniéndote vivo (no les interesan los muertos porque no consumen comida ni medicamentos) pero con una salud débil y una vida mediocre (en el mejor de los casos).
Y cuando tu médico te convence de que para mejorar tu salud debes hacer ejercicio, te inscribas a un gimnasio, siendo seguramente víctima de la otra gran conspiración, la de la industria del fitness.
No seas parte de la modernidad que nos está matando. En el origen y en la naturaleza encontramos salud y bienestar de gran calidad a bajo costo. Lejos de lo que la industria farmacéutica nos pueden ofrecer.