Lo que las etiquetas de las prendas nos deben decir realmente ¿Cuánto CO2 hay en cada ropa?

Las etiquetas de las prendas ofrecen información sobre su composición, instrucciones para el lavado o el país de procedencia. Pero hay otros aspectos de los que no informan, como las condiciones en las que se han fabricado o el impacto medioambiental que provoca su elaboración.

La moda es tendencia, estilo, una forma de estar a la última, expresar la propia personalidad e incluso el estado de ánimo. Pero detrás de la ropa que vestimos cada día hay mucho más.

Movimientos pro ambientalistas ya han logrado que las grandes marcas de la industria de la moda sean más responsables y sostenibles. Pero todvía falta mucha información importante sobre qué hay detrás de la moda y qué no se dice en las etiquetas de las prendas.

Según un informe elaborado por la escuela de negocios EAE Business School, cada español gasta de media $450 euros al año en ropa. ¿Te atreverías a descubrir lo que hay detrás de la ropa que compras? ¿Eres un consumidor socialmente responsable? ¿Qué no dicen las etiquetas de las prendas?

Las etiquetas de las prendas no mencionan su fuerza laboral

La máxima de las marcas es reducir costes. Y para ello, no dudan en trasladar su producción a países en vías de desarrollo.

Según afirma la CECJ, 21 millones de personas en todo el mundo trabajan en condiciones de trabajo forzoso y la industria textil es, junto al campo, el sector en el que más se da esta situación de esclavitud moderna.

En los talleres del Sudeste Asiático, India o Marruecos, las jornadas se extienden entre 12 y 16 horas diarias cosiendo, por un salario ínfimo en la mayoría de los casos -el salario medio es de 6 euros al día, según la Campaña Ropa Limpia- y sin las mínimas condiciones de seguridad e higiene.

A esto se añade que el 80% de los trabajadores de estas fábricas son mujeres, con lo que se produce una feminización de la pobreza.

Falta de información en las ETIQUETAS DE LAS PRENDAS. Uno de los accidentes más graves vivido por la industria textil en los últimos años fue el de Rana Plaza en el año 2013, donde se alojaban cuatro fábricas de ropa en Bangladesh, y en el que fallecieron 1.130 trabajadores y otros 1.500 resultaron heridos debido a las pésimas condiciones de los edificios.

Este suceso sacudió a la opinión pública de los países desarrollados y visibilizó la situación en la que vivían los operarios que confeccionan nuestra ropa. Pero no es el único ejemplo.

En las etiquetas de las prendas no se menciona el sandblasting. El ‘sandblasting’ o la técnica más usada para la decoloración de los vaqueros es también muy peligrosa para los trabajadores. El método consiste en aplicar chorros de arena para que parezcan envejecidos, una labor que en muchas fábricas se hace sin protección, lo que provoca graves enfermedades pulmonares como la silicosis.

Turquía es el país que más fábricas de vaqueros concentra, y desde el año 2000 diversas instituciones han realizado campañas para mejorar la seguridad de los empleados e incluso para erradicar la técnica.

Algunas marcas conocidas han incorporado en las etiquetas de las prendas el lema ‘sin sandblasting’ a su etiquetado. Aunque según el informe de la Campaña Ropa Limpia, las fábricas se han trasladado a otros países donde se sigue usando el ‘sandblasting’.

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Trabajo no responsable: No se menciona en las etiquetas de las prendas

La campaña ‘Tira del hilo’ también hace hincapié en el empleo de niños en los talleres textiles de las empresas subcontratadas por grandes marcas internacionales de moda. Según la CECJ, India, Uzbequistán, China, Bangladesh, Egipto, Tailandia y Pakistán son los países en los que se da mayor presencia de menores en la cadena de producción.

Como ejemplo, la coordinadora habla del caso de Uzbequistán, donde cada mes de septiembre, mientras que en el resto del mundo los niños comienzan las clases, los menores de este país se van a trabajar al campo, donde son obligados a recoger durante horas toneladas de algodón.

En Marruecos, miles de niñas se incorporan en vacaciones a las fábricas, haciendo el mismo trabajo que las adultas pero cobrando el 40% del salario, según señala la Campaña Ropa Limpia realizado en 2011.

Moda y medioambiente no van de la mano

Otro de los aspectos que habitualmente desconocen los consumidores de ropa es el alto coste medioambiental que provoca la industria textil. Según explica la CECJ, este desequilibrio comienza ya desde el origen de las fibras con el uso indiscriminado de pesticidas e insecticidas en los cultivos de algodón.

Pero no acaba aquí. La FEM Internacional -una ONG fundada en Canadá-, denuncia también el aumento de cultivos transgénicos. Otro ejemplo que señala la campaña ‘Tira del hilo’ es que se invierten 7.000 litros de agua en producir unos jeans.

¿Seguirías comprando una camiseta a dos euros después de conocer todo esto? Esta es precisamente la pregunta que han hecho en una curiosa iniciativa realizada en Berlín para conmemorar los dos años del accidente de Rana Plaza, dentro de la llamada Fashion Revolution Day que ha saltado a las redes sociales a través de personas anónimas y famosos del mundo de la moda bajo la pregunta ‘Who mades your clothes?’.

De hecho, gracias a esta iniciativa, muchas de las grandes marcas han empezado a responder a los usuarios.

Desde el accidente de Rana Plaza, de hecho, algunas de estas multinacionales afirman que han empezado a hacer auditorías sociales a las empresas subcontratadas en terceros países.

Pero, ¿Qué alternativa hay a la ropa de las grandes franquicias?

La CECJ lo tiene claro, el comercio justo, cuya marca garantiza que los productos han sido elaborados por personas que trabajan en condiciones laborales adecuadas, con medidas de seguridad y de higiene, con salarios dignos, sin que se utilice a los niños, protegiendo el medio ambiente.

Y además, respetando el medio ambiente. Más información sobre las ventajas de este tipo de comercio, en comerciojusto.org