Los pescadores de Fukushima han arrastrado durante muchos años el estigma de que sus productos del mar estaban contaminados. Tras el terremoto y posterior tsunami de marzo de 2011 que provocó la fusión en la central nuclear, filtrando al mar la radiación.
Más de un centenar de pescadores presentarán el mes que viene una demanda y China califica a Japón de «egoísta» e «irresponsable»
Japón prohibió la pesca durante más de un año. Incluso cuando se comenzaron a levantar las restricciones, los pescadores de Fukushima apenas podían llevar sus capturas al mercado. Básicamente su actividad se centraba en recolectar muestras para pruebas de radiactividad.
Un año antes del desastre, la entonces rica industria pesquera costera de Fukushima desembarcó capturas por valor de alrededor de $69 millones USD.
En 2020, cuando prácticamente ya habían desaparecido todas las prohibiciones, apenas era del 18% de lo que solía ser. En el 2022, con Estados Unidos y la Unión Europea suavizando al fin las restricciones a los productos importados de Fukushima, el sector parecía que comenzaba poco a poco a remontar.
Pero entonces Tokio anunció sus planes de verter al Océano Pacífico las aguas residuales de la planta. Eso provocó una nueva ola de pesimismo entre los mermados pescadores, preocupados de volver a revivir la pesadilla y que los consumidores rechacen de nuevo su producto.
Productos capturados por pescadores de Fukushima podrían ser vetados de nuevo
Este jueves las autoridades japonesas han comenzado a liberar el agua tratada de la planta nuclear. Inmediatamente después de que saltara la noticia, en la vecina China la Administración General de Aduanas ha anunciado que prohibirá la importación de productos acuáticos procedentes de Japón para «evitar que cualquier alimento contaminado entre en el país y proteger a los consumidores chinos».
El gigante asiático es, con diferencia, el mayor cliente de Japón en lo que respecta a productos del mar, representando el 42% de todas las exportaciones de Japón.
Desde que tsunami destruyera la planta de Fukushima Daiichi, más de 1,3 millones de toneladas de agua, suficiente cantidad para llenar 540 piscinas olímpicas, se fueron almacenando en los tanques de retención, que ya estaban al 97% de su capacidad. Había que deshacerse de toda el agua. Pero la duda, en medio de intensos debates políticos y medioambientales, era cómo hacerlo de la manera más segura.
Los reactores de la central se fundieron después de que el tsunami dejara fuera de servicio sus sistemas de refrigeración. Por ello, el operador de la planta, Tokyo Electric Power Company Holdings (Tepco), se ha pasado una década bombeando agua continuamente a los reactores fallidos para evitar que se sobrecalienten y causen más daños. El agua ha sido tratada con un elaborado sistema de filtración para eliminar casi todos los elementos radioactivos, como el cesio y el estroncio, excepto el tritio.
Se trata de un isótopo radiactivo del hidrógeno, con una vida media (el tiempo necesario para que se desintegre la mitad de la sustancia radiactiva inicial) de más de 12 años.
Los científicos dicen que no existe una tecnología viable para eliminar las concentraciones de tritio en semejante volumen de agua. Esto es a lo que agarran las organizaciones medioambientales y algunos países vecinos como China para oponerse al plan de Japón.
El Gobierno nipón defiende que la liberación de agua es segura y que las dosis de tritio son inferiores a una séptima parte de la norma para el agua potable de la Organización Mundial de la Salud.
Pero los pescadores de Fukushima ya empiezan a ver la liberación de agua contaminada al océano y sus productos captados, vetados.
Además, la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), el organismo de control nuclear de la ONU, también dio luz verde al plan el pasado julio, alegando que cumplía con los estándares internacionales y que el impacto que tendría en las personas y el medio ambiente era «insignificante».
Los técnicos de Tepco excavaron un túnel en el lecho marino para expulsar las aguas residuales a un kilómetro de la costa. El propósito es liberar el agua gradualmente durante dos o tres décadas, comenzando con una primera descarga totalizará 7,800 metros cúbicos durante unos 17 días, en contra de los pescadores de Fukushima.
«Esa agua contendrá alrededor de 190 bequerelios -una unidad de radioactividad- de tritio por litro, por debajo del límite de agua potable de la Organización Mundial de la Salud de 10.000 bequerelios por litro», sostuvieron esta semana desde Tepco.
El operador de la central, tratando de demostrar que el agua descargada no dañará a los peces, empezó el año pasado a criar lenguados dentro de la planta.
Pero por mucho que el operador, el Gobierno japonés o incluso la OIEA insistan sobre la seguridad del plan, se están encontrando una fuerte oposición por parte de China.
El gigante asiático, incluso antes de comenzar el proceso de liberación del agua, prohibió las importaciones de productos del mar de 10 de las 47 prefecturas de Japón. Ahora, Pekín directamente ha suspendido toda la importación de productos de los pescadores de Fukushima.
Las acciones de grandes empresas pesqueras locales como Maruha Nichiro y Daisui han caído desde mayo, lo que refleja preocupaciones sobre las restricciones.
En el 2022, las compras agrícolas y pesqueras sólo de China representaron para las compañías japonesas más de $3,300 millones USD.
Los pescadores de Fukushima no apoyan la contaminación de mar
El océano sostiene a la humanidad. No es una alcantarilla para el agua contaminada nuclearmente de Japón.
China insta firmemente a Japón a que ponga fin a sus malas acciones», dijo hace unos días el portavoz del Ministerio de Exteriores, chino Wang Wenbin. «Japón está anteponiendo sus intereses egoístas al bienestar a largo plazo de toda la humanidad»
En Corea del Sur, a pesar de sus reticencias al principio, finalmente han aceptado el plan de Tokio. No así la oposición, que ha organizado para esta semana varias protestas contra la liberación de agua.
«Es una atrocidad. Condenamos enérgicamente la escandalosa decisión de Japón», dijo desde Seúl Lee Jae-myung, el principal líder del partido de oposición. El jueves, la policía surcoreana arrestó al menos a 14 personas que ingresaron a un edificio que alberga la embajada japonesa en Seúl durante una protesta.
¿Y qué dicen de todo esto los pescadores de Fukushima? El jefe de la Federación Nacional de Asociaciones de Cooperativas Pesqueras, Masanobu Sakamoto, es quien esta semana ha hecho de portavoz del colectivo: «Que te digan que algo es científicamente seguro y sentirte tranquilo son dos cosas diferentes.
La prueba de que la liberación de agua es científicamente segura puede no eliminar el daño a la reputación de los pescadores de Fukushima.